
La calidad de la nutrición
que un niño reciba desde antes de nacer y durante su primer lustro de vida es
determinante para su crecimiento en los niveles físico, cognitivo e incluso
social. Por eso, y para ahondar en la importancia de crear hábitos de
alimentación saludables en la primera infancia.
De los estudios que ha
liderado en el plano nutricional, ¿cuáles han sido los principales hallazgos?
El hecho fundamental que
condiciona la salud y el estado nutricional de nuestros niños es la duración de
la lactancia materna exclusiva; la Organización Mundial de la Salud propone que
sean seis meses. En Colombia, según las cifras oficiales, es de apenas 1,8
meses. Esta situación, sumada a la inadecuada introducción de alimentos después
del destete y a las condiciones de pobreza, se relaciona con el aumento de la
frecuencia de enfermedades infecciosas, anemia y desnutrición en los niños
colombianos.
¿Por qué la nutrición en la
primera infancia es determinante para el desarrollo del niño? De acuerdo con
los expertos en crecimiento y desarrollo, los primeros 1000 días de un ser
humano son definitivos para potenciar o no su crecimiento y salud. Esos días se
dividen en tres grupos: los 270 días que dura un embarazo, los primeros 365 de
vida o el primer año y los 365 del segundo. Nunca un ser humano volverá a
crecer o a desarrollarse a la velocidad con la que lo hace en ese periodo. Para
dar una idea de esto, un bebé triplica su peso de nacimiento al término del
primer año.
Por tanto, la alimentación y
el estado nutricional de la embarazada son fundamentales para que se logre que
el bebé nazca con un peso mayor o igual que 2500 gramos y una longitud entre 48
y 50 cm, considerados los valores normales.
Después del nacimiento, la
lactancia materna exclusiva hasta los seis meses es primordial y luego una
alimentación complementaria adecuada, requerida. En el primer año, el bebé deberá
consumir la misma alimentación que el resto de su familia y haber probado todos
los alimentos vegetales disponibles en su hogar. Más tarde será difícil que los
acepte.
Este primer año es para
experimentar sabores, texturas, colores y olores, y la forma en la cual se
preparen (sin excesos de azúcar o sal y en su estado natural, sin que todo sea
licuado) será crucial para sus hábitos alimentarios. El segundo año es
primordial porque el bebé ya camina y con esto empiezan los riesgos: se lleva
casi todo a la boca, lo que aumenta el riesgo de infecciones y diarreas, entre
otros.
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